Maratón de Utrecht 2025: Una joya oculta en el mar de carreras
- comunicaciones SR
- 3 nov
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Llegué a vivir a Rotterdam en agosto de 2025 para estudiar un Máster (LL.M) en Derecho Internacional y a las pocas semanas, ya superados los trámites de instalación, como encontrar departamento y sortear la desafiante burocracia holandesa, me puse a buscar carreras para estrenar mi flamante nueva calidad de Socio Santiago Runners en el Extranjero.

Desde luego, las primeras alternativas eran las sospechosas de siempre: Berlín y Londres. Majors de primer nivel y, por lo mismo, esquivas, haciéndose muy difícil rasguñar un cupo. Esta vez, y como tantas otras veces (y se que este es un sentimiento común entre los runners), la suerte no estuvo de mi lado en las loterías y tuve que rápidamente buscar un plan B.
Y ahí la candidata de oro pasó a ser Rotterdam. Las razones eran múltiples: como todo corredor sabe, no hay nada mejor que competir en tu ciudad: dormir en tu cama la noche previa, pasar por calles familiares y desarmar lo menos posible tu rutina previa a una maratón. Pero las bondades de Rotterdam no se limitaban a solo lo logístico: es una maratón de mucha tradición y prestigio, con una organización de primer nivel y un trazado plano, ideal para batir marcas. Además, los miembros del club la recordamos con especial cariño porque es donde nuestro coach, el gran Omar Aguilar logró el récord nacional que permaneció imbatido por más de treinta años. ¿Un plan perfecto no?
Sin embargo, el entusiasmo por correr la gran prueba holandesa me duró poco, pues las inscripciones se agotaron en menos de lo que duran las de un concierto de Taylor Swift (literalmente 3 horas) y no alcancé a hacerme con un cupo. Algo frustrado a esas alturas, tuve que abrirme a opciones de maratón undergrounds para poder asegurar una plaza en una carrera para el primer semestre 2025. Mis requisitos a esa altura eran bastante modestos: como estaba en Holanda, quería algo en Europa, con un recorrido sin mucha pendiente y donde pudiera garantizar un cupo rápido, sin listas de espera ni loterías.
Y así fue como llegué a la maratón de Utrecht, una prueba de bajo perfil, con cerca de 3.500 corredores en la distancia mayor (42km) y lejos de la atención que concitan las majors u otros eventos top de Europa. Y aunque no estaba en mis planes originales correr esta carrera, que ni siquiera conocía meses atrás, con la retrospectiva que te da haberla corrido, no puedo estar más seguro de que fue la decisión correcta.
En primer lugar -y esto es muy personal- tras no quedar en varias loterías de majors, y ver lo difícil, costoso y exclusivo que se ha vuelto correr últimamente, con la locura desatada del running, con carreras plagadas de influencers y millones de personas en el mundo buscando conseguir con entusiasmo febril las Six Star Medal, comencé a distanciarme un poco de esa forma particular de ver el running. Y en esa reflexión, tomé la oportunidad de preparar esta prueba tratando de volver a lo básico: correr por el solo disfrute de enfrentar la distancia reina, buscando competiciones entretenidas, en ciudades lindas, sin importar su prestigio o masividad, y más importantemente, sin tener que gastar miles de dólares por solo pisar las calles de la ciudad. Bajo esa mirada, Utrecht era una propuesta interesante. Aunque de bajo perfil y con un alcance más bien local, la carrera era respaldada por una organización con precisión holandesa, con las certificaciones internacionales de rigor y con un trazado prácticamente plano, de no más de 75 metros de desnivel positivo.
Además, desde lo logístico, la alternativa también era buenísima. Utrecht y Rotterdam están separadas solo por 60 kilómetros y un tren de 35 minutos conecta las ciudades. Eso permitiría que pudiera dormir en mi cama la noche antes de la carrera. Qué mejor.
Para terminar de convencerme, tenía un cariño especial por la ciudad. En el año 2017, en el marco de un intercambio académico mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Chile, viví un semestre en Utrecht, por lo que la idea de recorrer nuevamente sus calles adoquinadas y sus preciosos canales, me atraía muchísimo. En pocos días, la decisión estaba tomada, y sin loterías, fortunas (inscripción a la maratón: 70 euros) ni filas de espera virtual mediante, tenía mi cupo asegurado en la carrera para el 18 de mayo de 2025. Sería mi maratón número cinco, mi cuarta internacional y mi tercera en mi calidad de socio del club.
El proceso de entrenamiento fue bien especial también. Como nunca, tuve que entrenar solo, sin el apoyo de mis queridos colegas del club y para peor, en pleno invierno europeo, enfrentando fuertes vientos, lluvias y temperaturas bajo cero. No obstante, la motivación por hacer un buen proceso, horas de buenos podcast como compañía y la atenta guía de mi coach Isaac, que se hizo presente en todo el proceso a pesar de la distancia, me permitieron hacer una muy buena preparación y llegar con mucha confianza a la carrera.
Para mi suerte, el día de la carrera, se dieron condiciones ideales para correr. Con temperaturas entre los 12 y los 18 grados y sin fuertes vientos ni gran humedad, el día invitaba a buscar buenas marcas personales. Y con la confianza del buen proceso que había hecho, eso fue lo que salí a hacer. Tiempo final: 3 horas, 8 minutos, 1 segundo, marcando mi mejor tiempo en la distancia hasta ahora y superando por 7 minutos mi mejor registro anterior (Buenos Aires 2023).
En términos generales, recomiendo esta carrera a todo aquel que quiera correr una buena maratón sin importar mucho su prestigio o masividad. A tan solo 30 minutos de distancia de Amsterdam y alejada de su bullicio, Utrecht es una ciudad maravillosa, sacada de cuento, y celebrar la llegada a la meta con una buena cerveza en los muchos restaurantes instalados a los bordes de sus canales, es una experiencia inolvidable. La ciudad es una “mini Amsterdam” y goza de las bondades de la capital (paisajes de postal, bicicletas por doquier y maravillosos canales) sin estar atochada de turistas. En lo que respecta a la competencia propiamente tal, cumple con todas las condiciones para hacerla un destino atractivo para runners: es una carrera enteramente plana, correctamente organizada, con puntos de hidratación cada 3 kilómetros y un recorrido excepcional, que combina hitos de la ciudad, como la Dom Tower —torre de la catedral que data de 1382— y la casa Rietveld Schröder, una revolucionaria vivienda construida en 1924 y que es parada obligada para los amantes del diseño y la arquitectura.
Un elemento distintivo del recorrido es que no se trata de un trazado puramente urbano: Utrecht es una ciudad pequeña, lo que obliga a que la carrera se extienda más allá de sus límites para cubrir los 42 kilómetros, atravesando pequeños pueblos aledaños como Houten y Lunetten, así como preciosas campiñas verdes, muy características del paisaje holandés. Este toque rural le da al evento una estampa especial que, al menos en mi caso, me encantó.
Como aspectos a mejorar -porque siempre las cosas se pueden hacer mejor- mencionaría tres: Utrecht es una maratón muy local y el no tener la chapa de “maratón internacional”, hace que a veces la señalética o la información en general solo se encuentre en holandés. Por ejemplo, me costó encontrar la guardarropía en los momentos previos a la carrera. En segundo lugar, si bien los kilómetros finales, que se ubican en el corazón de la ciudad toman más ambiente y la gente apoya con pancartas, a ratos, por las características del trazado y el reducido número de competidores, se está bastante solo. Este puede ser un aspecto relevante a considerar, especialmente para aquellos corredores que necesitan del ánimo del público y el fervor de las calles como combustible. Finalmente, la carrera no cuenta con una feria en los días previos y el retiro del número, a diferencia de mis experiencias previas, no fue un hito. Muy por el contrario, el número me fue enviado por correo una semana antes, sin solemnidad alguna y también estaba la alternativa de retirarlo el día de la competición. Soy consciente de que para muchos corredores, la visita a la feria, el vitrineo por los stands y el retiro del kit es un aspecto central de la experiencia del maratón y en ese sentido, Utrecht tiene mucho que mejorar.
No obstante, y como conclusión, mi sensación en general con el evento es muy positivo. Además de marcar mi mejor tiempo personal en la distancia, me quedo con haber participado en una carrera austera, pero en donde todo lo esencial para la experiencia runner estaba correctamente organizado: la demarcación del trazado, los puntos de hidratación y la información en general. El recorrido como mencioné, es, además de plano, precioso y toda la experiencia post evento, con una ciudad vibrante y una nutrida oferta de cervezas y restaurantes para celebrar la llegada a la meta hacen de esta carrera, una joya oculta para tener en consideración en el cada vez más nutrido calendario de maratones mundial.





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